lunes, julio 9

25. DEMÓSTENES

–Mierda. Mierda. Mierda –recitaba Demóstenes como mantra mientras veía que el Hummer azul se iba haciendo grande en su espejo retrovisor.

Eran ellos, no le quedaba la menor duda. Seguro habían descubierto el cuerpo de Marla. Veía los rostros encabronados a través del parabrisas.

Sus opciones eran muy limitadas. Uno: podía buscar una patrulla y pedir auxilio. Eso lo salvaría de una muerte dolorosa, pero lo condenaría a una vida de prisión. Dos: podía detener el auto e intentar negociar con sus perseguidores y morir dolorosamente. Tres: podía tratar de escapar y arriesgarse a: uno, chocar y morir dolorosamente; dos, ser atrapado por los guaruras y morir dolorosamente o, tres; ser atrapado por la policía y pasar el resto de su vida en prisión. Claro que también podía suceder que lograra escapar y entonces el riesgo habría valido la pena.

Aceleró a fondo. No porque hubiera decidido tomar esa alternativa, sino porque estaba demasiado asustado como para pensar en cuáles eran sus posibilidades. No era muy hábil conduciendo pero el auto era potente así que rápidamente el Hummer volvió a hacerse pequeño en el espejo. Se encontraba en las serpenteantes calles de la Lomas. Pensaba que su única oportunidad era perderlos en ese laberinto, así que con tanta fluidez como se lo permitía su poca pericia doblaba en cada esquina.

En más de una ocasión estuvo a punto de perder el control del automóvil, pero finalmente logró recorrer tres calles seguidas sin que los guaruras aparecieran en el retrovisor. Se estacionó entonces frente a una casa, bajó del auto y echó a correr. Pensaba que sólo a pie podría escapar. Pero justo cuando iba a dar vuelta a la manzana descubrió el Hummer acercándose a toda velocidad. Lo habían visto. Estaba jodido. Trató de pensar cuáles eran sus opciones. Aparentemente no tenía ninguna. Así que instinitivamente corrió hacía una de las mansiones y comenzó a escalar el muro de piedra que separaba la calle de la casa. Justo cuando llegó a la parte superior del muro y se dejó caer hacia el interior del jardín escuchó el rechinido de llantas de Hummer que se detenía afuera.

Demóstenes cayó en el pasto dándose un fuerte golpe. Cuando levantó la vista se encontró con un hombre de aspecto insignificante. Lo franqueaban dos gorilas de aspecto terrible y una mujer extremadamente pálida y alta que dijo con voz nasal:

–Mira, Conde, están cayendo putitos del cielo.

5 comentarios:

Eduardo dijo...

¡No mamar! ¡Apúrele Escritor de Clóset!

♥Mayriella♥ dijo...

asi que termino por caer en un sitio no muy bueno :~( si siii apurese escritor...jijiji

Anónimo dijo...

se va perdiendo el sentido si se tardan tanto...

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo... todos los días a la espera de que continúen ... recuerden que algunos tenemos memoria de teflón!!!

MUY BUENO MUY BUENO POR CIERTOO

Anónimo dijo...

Esta historia esta muy interesante, solo que al final no supe si Marla salio persiguiendo a demostenes o sus guaruras descubrieon su cuerpo muerto. Por favor aclararme ese punto.