lunes, mayo 28

16. DEMÓSTENES

Abrir los ojos. La cabeza adolorida como si la hubieran inflado. Dolor en las muñecas y luego: la inmovilidad. Demóstenes estaba amarrado. De pies y manos en una cama que, por lo demás, era asombrosamente cómoda y suave. Alzó el cuello y miró el dosel y las columnas de caoba, churriguerescas, en medio de una habitación que parecía salida de un catálogo de antigüedades.

-¿Ya despertó el muñequito? —esa voz, sedosa, cachonda: Marla.

Torciendo la cabeza la miró: vestida de cuero negro, con un escote profundísimo. Entallada. El carmín de los labios parecía tener vida propia. El volumen de las piernas contenido por un liguero y una red. Y a juzgar por la postura erguida, unos tacones altísimos que no alcanzaba a ver… hasta que se lo puso encima de la cara: rojos como sus labios. Intentó hablar, pero estaba amordazado.

—No aguantaste nada, cariño —ella se pasó la lengua por los labios—. Vas a probar que el infierno puede ser tan dulce.
—Mpfghhh.
—No digas nada, chiquito. Ya anoche hablaste mucho.

¿Habló? Por más que intentó recordar qué sucedió entre el final de la primera copa de Remy Martin Louis XIII y ahora, sólo había imágenes inconexas: un beso, jadeos y una sensación de ardor en su culo. Los cabos se ataron en seguida: el consintió a las sogas, a la venda en los ojos. Pero en qué estaba pensando. En ese instante al cobrar consciencia de lo sucedido, el culo empezó a dolerle más.

Y ahora, diablos, seguía desnudo.

—¿Verdad que te gusta todo lo que te he estado haciendo?
—¡Mgpfghhh!

¡Cómo algo tan placentero podía doler tanto! Su mamá lo llamaba desde el otro lado del patio escolar. Su mamá hipopótamo. Él seguía jugando futbol. No la escuchaba. Entonces alcanzaba a oír lo que le decía:

—No te llevaste el uniforme, chiquito, estás encuerado.

En efecto, lo estaba. Y sus compañeros se dieron cuenta en ese instante y empezaron a reírse de él. Más porque él tenía una erección. Misma erección que ahora era real y Marla manipulaba con la mano izquierda sosteniendo un cojincito lleno de alfileres.

—Esto te va a doler pero te va a gustar.

Sorpresivamente, de tanta tensión su mano izquierda quedó liberada.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Se pone HardCore el asunto...

friedrich dijo...

jajajjajajajja, esta con madres, el que se esta poniendo predecible es pablo aguaaaaassssssss.

aún asi esta muy chingon todo

saludos

Noelle dijo...

guauu que sado.. jejeje

Eduardo dijo...

hey, no quiero imaginar "ese" ardor de culo...