sábado, junio 2

18. JONÁS

Si yo buscaba un lugar dónde pasar la noche y tomando fotos idiotas —y extasiándome ante la belleza fácil de un atardecer—, era porque en realidad estaba evadiendo regresar al lugar obvio: mi departamento. Debo decirlo brutalmente: estoy huyendo.

Ahora mismo escribo en este cuaderno que tal vez luego te envíe junto con las fotos. Tal vez no. Y estoy a punto de ceder a la ironía fácil: si lo estás leyendo es porque al final me animé a enviártelo. Pero entonces será porque tal vez ya esté muerto.

Qué dramático estoy. Al final no creo que me atreva a saltar de un edificio o a tomar cianuro. Lo más probable es que siga escondiéndome. Con otro nombre, con otra circunstancia. Quizá me oculte a la vista de todos.

Así que esa noche no dormí. Caminé por la ciudad nocturna. Vi travestís más hermosos que tú mostrando sus senos artificiales. Vi niños dormidos en una alcantarilla. Vi a un oficinista llorar dentro de su automóvil. Vi a una mujer hermosa vomitar en unos arbustos. Vi la luz de tu departamento encendida. Vi sombras en el techo. Vi luego la luz azul de la televisión encendida. Vi mi propio reflejo ajado en un espejo roto y abandonado. Vi a un hombre y a una mujer enmascarados subir de prisa a un automóvil y arrancar como si en ello se les fuera la vida. Vi el amanecer y era como aquel atardecer pero invertido. Ya no quise tomarle fotos.

Tomé las llaves de mi departamento y las aventé en una coladera. Luego tomé un respiro. Y empecé a reír. Una amarga risa derrotada. Pero ya sabía a dónde tenía que dirigirme ahora.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Sé que no me voy a ganar el respeto de nadie con ésto pero de todas formas tengo qe decirlo: no mames, escritor de clóset, mi monstruo es bueno, pero a veces (sólo a veces) lo dejas pendejo.

Eduardo dijo...

"...Pero ya sabía a dónde tenía que dirigirme ahora."